La tecnología sin duda detona cambios importantes en la sociedad, tanto en aspectos culturales como económicos. En particular, las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC) han generado cambios vertiginosos en los últimos 30 años y reducido de manera dramática los ciclos de vida de algunos productos. Pensemos por ejemplo en la tecnología de paging (localizadores o beepers), que surgió en la década de los 90 como un fiel acompañante de la telefonía celular análoga, con dispositivos siempre prendidos en la cintura del usuario. En lo que fue una vida singularmente corta, a finales de esa misma década vio anunciado el fin de sus días con el arribo de la telefonía celular digital.
Las TIC tienen la capacidad de abrir la puerta a océanos azules para modelos de negocio que se logran infiltrar en mercados maduros o inclusive agotados, nuevas vetas de desarrollo en las que emprendedores le dan la vuelta al mercado. La conocida ley de Moore, que determina un crecimiento exponencial de la capacidad de procesamiento de las computadoras dio paso en pocas décadas a la masificación y miniaturización de las computadoras.
En un principio, Gordon Moore, conceptualizador de esta ley, consideró que la capacidad de los transistores se duplicaría cada año, aunque más tarde proyectó este crecimiento algorítmico a dos años. Pero esta ley fue extendida por Raymond Kurzweil y Peter Diamandis, considerando que dicho proceso exponencial se acrecienta aún más con la llegada de nuevas tecnologías no consideradas en un principio.
Por ejemplo, la digitalización permite que los teléfonos móviles se transformen en teléfonos inteligentes y de esta “mutación” se han desprendido un sinnúmero de innovaciones, no de tecnología per se, sino aplicativas.
Tal vez uno de los más recientes es Uber, que se valió de internet, del acceso masivo a teléfonos inteligentes, y de las tecnologías de geolocalización, para poner en jaque al transporte público local, pero a través de una cobertura global. Dejó claro que los cambios pueden ser tan rápido y las legislaciones tan anquilosadas, que no solo irrumpe como quien abre vereda en selva virgen, sino que además genera resistencia en empresas e instituciones que, tras no poder con un enemigo “invisible”, recurren a la violencia para tratar de frenar a una oferta que es recibida con los brazos abiertos por una masa de clientes feliz de recibir mejores opciones, más eficientes, más claras, percibida como de mayor calidad y, en algunos casos, más económicas y seguras.
Ver lo que nadie ve
Uber no inventó el hilo negro, la gente necesita transportarse y muchas personas requieren autoemplearse ante la incapacidad de los gobiernos de brindar opciones en el campo laboral. Uber solo utilizó la tecnología disponible, en un momento específico de maduración y, simplemente, le dio al clavo.
Replantear un modelo de negocio puede derivarse de una crisis. Carlos García Ottati tuvo una mala experiencia con la venta de un automóvil. Así que pensó que las cosas podían ser diferentes. Se dio entonces cuenta de un problema muy bien conocido, no solo en México, sino en todo América Latina: el escaso acceso a financiamiento. Solo 5 por ciento de los automóviles se financian, según un testimonio compartido con la revista Forbes. De esa inquietud nació Kavak, un modelo de compra y venta de vehículos usados con esquemas de financiamiento accesibles para un mayor número de personas y montado en una página de internet donde las personas pueden capturar de manera fácil (ya sea para vender o comprar) las características de un auto: marca, modelo, año, color, etcétera.
Hace algunos meses Kavak anunció ya la expansión de operaciones en algunos países de Sudamérica y también Turquía. Cualquier país donde comprar y vender automóviles usados sea, digamos, tarea complicada, será un mercado potencial para el modelo pensado por García Ottati.
Los casos mencionados anteriormente, no serían posibles si las TIC no estuvieran en una etapa de maduración como la que hoy conocemos. Según el planteamiento de Ray Kurzweil, estamos ya en la antesala de una era de Singularidad Tecnológica, en la que este crecimiento exponencial de la tecnología de la información nos llevará a una era de inteligencia artificial aplicada tanto en lo industrial como en lo personal y cotidiano. Según este planteamiento, la inteligencia artificial podría ser más poderosa que la capacidad intelectual del hombre en el año 2045.
Sin entrar en escenarios distópicos, me atrevo a pensar que esta evolución acelerada, abrirá nuevas oportunidades de negocio para mentes agudas e innovadoras. Sin duda, aún nos tocan muchos procesos disruptivos por vivir.