Dinero Móvil

La inclusión financiera podría acelerarse con el dinero digital

He escuchado la inquietud de muchas personas en torno a si el dinero móvil realmente cambiará el panorama del sistema bancario en todo el mundo. La respuesta es muy difícil en sí misma porque el sistema bancario actual es gigante y de gran fortaleza, pero incluso si nos basamos en experiencias parecidas sobre la irrupción de la tecnología en mercados aparentemente estables, lo que es seguro es que los bancos tendrán que adaptarse a nuevas reglas de esta nueva tecnología financiera. Nuevos jugadores vendrán, pero los ya existentes no necesariamente se diluirán en este nuevo ecosistema de flujo de dinero.

Dicho lo anterior, es claro que no mirando a través de una bola de cristal. Los ejemplos ya son evidentes. Por ejemplo, el método de pago Dinero Móvil (DiMo) creado por Banco de México (Banxico) es ya “moneda circulante” en el país, y entre sus objetivos se menciona el respaldo que puede dar a las Sociedades Financieras Populares (Sofipos), pues facilitará las operaciones en los segmentos de la sociedad donde el sistema bancario actual no ha podido llegar.

Sé que para algunos esto podría ser una exageración, pero en términos de brecha, existe un gran segmento de la población que no ha podido acceder a mecanismos financieros soportados sobre plataformas tecnológicas. 

Y estos “guetos” económicos se agrupan de acuerdo con ciertos rasgos característicos, como son el grado de urbanización, el nivel de ingresos y si están vinculados con la economía formal o informal, el grado de educación y tipo de formación, el género (también es factor) y, por supuesto, la generación a la que pertenecen, es decir, la edad. 

Inclusión

De aquí la idea de que, para el acceso a instrumentos financieros, también tenemos que hablar de un proceso de inclusión. Existe literatura al respecto, como Beth Rhyne, directora del Centro para la Inclusión Financiera (CFI);  Muhammad Yunus, economista Bangladés experto en Microcréditos, fundador del Banco Grameen y ganador del premio Nobel de la paz en 2006; o Elizabeth Rhyne, que dirige la iniciativa Acción para la Inclusión Financiera en la Universidad de Harvard y que ha escrito ampliamente sobre microfinanzas y la inclusión financiera, además de contribuir a la investigación y el desarrollo de políticas en este campo.

Fomentar el ahorro popular y expandir el acceso a financiamiento a las personas excluidas de los sistemas tradicionales es un objetivo de organismos públicos y privados en todo el mundo. Por ello el papel de las Sofipos y lo que DiMo puede representar para ello es tan relevante.  El objetivo de inclusión en el actual entorno digital promete acelerarse pero para ser sinceros, aún su uso no está tan extendido. 

De manera reciente leí en un artículo publicado en el diario el Economista en el que el Banco De México confirma el trabajo de asociación entre los números telefónicos celulares y el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) empleado por los bancos, plataforma en la que se realizaron, solo en mayo de este año, más de 316 millones de operaciones. Pensemos que al existir alrededor de 80 millones de usuarios de celulares en el país, el volumen transaccionar podría, simplemente, detonar en un crecimiento exponencial. Para los bancos, los comercios y para el mismo usuario, esto debe sonar a un reto tecnológico sin precedentes, pero a la vez se abre un campo fértil para innovadores.

El móvil es mi billetera

En mi natal España, el símil es Bizum, la solución de pagos con teléfono móvil que a alcanzado ya a 37 entidades bancarias y cuyo uso también está en crecimiento. Según datos públicos de la misma plataforma, ya se han superado los 24 millones de usuarios y, desde su lanzamiento, se ha utilizado para realizar más de 1,900 millones de operaciones.

Si bien el dinero móvil tiene el potencial de descentralizar ciertos aspectos del sistema bancario, no necesariamente elimina por completo la necesidad de bancos y regulación financiera. Los sistemas de dinero móvil aún pueden requerir una supervisión adecuada para garantizar la seguridad y la integridad del sistema financiero. 

La inclusión financiera como iniciativa o concepto va a impulsar la adopción generalizada y la confianza del usuario en estos nuevos instrumentos y seguramente, si veremos en pocos años un proceso parcial de descentralización del sistema bancario.

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