El muy reciente auge de la Inteligencia Artificial (IA) ha generado el particular temor de que acrecentará la desigualdad social, económica, laboral y de acceso a la tecnología en lo general. Las causas de dicho temor pueden parecer bien fundamentadas, pero la verdad es que, como ha sucedido con otros momentos históricos, pueden ser solo situaciones pasajeras y efímeras.
El mejor ejemplo es la revolución industrial que, luego de la introducción de maquinaria y sistemas mecanizados para la fabricación de textiles, los trabajadores dieron por hecho que quedarían en la calle y que las personas nunca más pisarían las fábricas. Es muy cierto que hubo despidos masivos y aquella Inglaterra del siglo XVIII pasó por una crisis laboral por varios años, pero también lo es que la Revolución Industrial fue abriendo el campo para otras oportunidades laborales e incrementó la productividad y elevó los índices de riqueza.
La historia del cómputo es muy similar, aunque tal vez no tan dramática. En la medida que los sistemas informáticos se hicieron accesibles, la automatización administrativa auguraba la pérdida de empleos y la desigualdad de acceso a la tecnología y a la riqueza. Nuevamente, lo que sucedió fue que, si bien se ha pasado por una transición, las computadoras se convirtieron en herramientas que mejoraron la eficiencia y la productividad en prácticamente todas las áreas de los negocios. No solo eso, la demanda de profesionales en tecnología de la información y la computación aumentó considerablemente.
Ahora pareciera que el turno es de la IA, y resulta muy natural tener preocupaciones sobre amenazas potenciales, no obstante que también es claro que generarán nuevas oportunidades para transformar industrias y mejorar la calidad de vida en general.
Literatura para futuros distópicos
En el mercado podemos encontrar literatura con especialistas abonando al entendimiento de estas preocupaciones con el arribo de nuevas tecnologías, tal como The Second Machine Age: Work, Progress, and Prosperity in a Time of Brilliant Technologies, de Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, que examina el impacto de la IA, la automatización y la digitalización en la economía y la sociedad y donde los autores argumentan que, si bien hay preocupaciones sobre la desigualdad, también existen oportunidades para aprovechar los beneficios económicos y mejorar la calidad de vida.
Otro libro interesante es The Rise of the Robots: Technology and the Threat of a Jobless Future, de Martin Ford, que plantea preocupaciones sobre la creciente brecha entre aquellos que tienen habilidades demandadas en la era de la IA y aquellos cuyos empleos son susceptibles de ser reemplazados por máquinas
Así pues, y derivado de diferentes esfuerzos de análisis, podríamos identificar diversos argumentos que nos pueden ayudar a refutar el mito de que la IA generará desigualdad, uno de ellos es que, en la medida que se desarrollan y se implementan nuevas tecnologías, surgen oportunidades en áreas como la programación de IA, la ingeniería de datos, la ética de la IA y la supervisión humana de sistemas autónomos.
Paranoia vs Productividad
La IA puede aumentar la eficiencia en diversos sectores, lo que conduciría a un crecimiento económico más amplio. A medida que las tareas repetitivas y rutinarias son asumidas por sistemas de IA, los trabajadores pueden dedicar más tiempo y energía a tareas creativas, estratégicas y de mayor valor añadido.
Asimismo, la IA tiene el potencial de brindar acceso a servicios y conocimientos que antes estaban limitados por barreras geográficas, económicas o educativas. Por ejemplo, la IA puede utilizarse en la atención médica remota, la educación en línea y la asistencia en zonas rurales o desfavorecidas. Esto puede ayudar a reducir la brecha de acceso a servicios y oportunidades.
El mito de que la IA generará una enorme desigualdad económica, social y laboral no está respaldado por la evidencia histórica y las lecciones aprendidas de otras tecnologías. Si bien es cierto que existen desafíos y riesgos asociados con la IA, su implementación adecuada y equitativa puede contribuir a cerrar brechas y mejorar la calidad de vida de las personas en general, como ha sucedido en el pasado con otros cambios disruptivos.
Desde luego será responsabilidad nuestra, desde los desarrolladores de tecnología hasta los responsables de la formulación de políticas, generar un entorno en el que la IA se utilice de manera responsable y beneficie a la sociedad en su conjunto.
Es importante abordar estas preocupaciones y promover un enfoque ético y equitativo, pero siempre sin dejar a un lado que debemos aprovechar el potencial de la IA para generar desarrollo y que, de esta manera, impulsemos la igualdad y el progreso social.