Para Tesla, la recientemente anunciada construcción de la planta en Santa Catarina, Nuevo León, significa una jugada clave y estratégica en el ajedrez del mercado de autos eléctricos en América. Un movimiento táctico, tanto en el tablero de Tesla, como en el de la industria de la manufactura automotriz mexicana.
Para su primera etapa, Elon Musk, CEO de la firma estadounidense, dio a conocer que destinará $5,000 millones de dólares en la nueva Giga Fábrica, en la que se ha estimado un volumen de producción de hasta 1 millón de autos por año (más o menos, 1.9 vehículos cada minuto) y en la que trabajarán cerca de 6,000 personas.
En la industria de autopartes mexicana se tiene una regla de dedo que indica que, de cada persona contratada en una armadora, se multiplica por 6 la cantidad de empleos en los niveles 1,2 y 3 de la cadena de suministros, lo que implicaría un aproximado de 36,000 empleos indirectos, sin contar la derrama económica atribuida a otros servicios alternos relacionados con los empleados, como transporte, vivienda, alimentación y hasta entretenimiento.
Cabe señalar, que actualmente ya existen más de 150 proveedores de autopartes de Tesla en México, los cuales tienen varios años enviando componentes a las dos plantas de Estados Unidos. Algunos de estos fabricantes ya han sido notificados sobre un incremento en las órdenes de producción previstas para respaldar el arranque de la fábrica de Nuevo León.
México es un país con una población de 130 millones de habitantes y el segundo mercado automotriz más grande de América Latina, luego de Brasil, lo que sin duda debe ser un aliciente para los planes de Tesla; sin embargo, resulta casi obvio que el interés no está centrado en el mercado mexicano, pues la ubicación de una planta a menos de 400 km de la Giga Fábrica de Texas exhibe otros factores estratégicos que tienen que ver con la lucha por el liderazgo en la movilidad eléctrica.
Ford, que no hace mucho confirmó que triplicaría la producción del Mustang eléctrico Mach-E (para pasar de 70,000 a 210,000 unidades a partir de este 2023), se proyectaba como el líder en la producción de autos eléctricos en México. Pero, con la cifra desvelada por Tesla, para cumplir con ese dicho tendría que quintuplicar esa capacidad de proyección, hecho que para Cuautitlán no parece viable.
Otro aspecto es que Tesla tiene en sus planes utilizar la planta de Santa Catarina para producir nuevas familias de vehículos más económicos, como el Modelo 2, un compacto hatchback con una nueva batería y que se fabricaría en una plataforma multisegmento.
Pensando en un acceso a un espectro más amplio de mercado, con toda seguridad, el señor Musk se está adelantando al escenario posible de la entrada en la región de las marcas de automóviles chinos, como BYD, Nio, Xpeng y Geely; algunas de las cuales ya tienen Europa en la mira, cuyos fabricantes no tienen la cadena de valor completa bajo su control, como sí sucede con las marcas chinas. Para el caso de México, BYD ya tiene en la mira vender unas 30,000 unidades. Por todos lados, se van atando los cabos.
Otro tema crucial, y sobre el que ya he escrito anteriormente en este espacio, es la cercanía con el mineral más preciado de la era de la movilidad: el Litio. En los últimos dos años se ha incrementado el eco sobre la presencia de minas de litio en México, principalmente en estados como Baja California, San Luis Potosí, Zacatecas y Sonora; todos ellos ubicados en la región norte del país. Esto ratifica la importancia de Tesla para echar cimientos en aquellas latitudes, muy próximas al ahora llamado “oro blanco”.
CATL (Contemporary Amperex Tecnology), el mayor fabricante de baterías para vehículos del mundo ya tiene un pie en suelo sonorense para abastecer, localmente, a Tesla y otros fabricantes de autos eléctricos en la región. Lo que sin duda, será también un incentivo para que empresas de origen chino vengan a México a producir sus vehículos para el mercado americano.
Como se dice coloquialmente, si parece pato, camina como pato y grazna como pato; con toda certeza es un pato. Tesla está previendo un crecimiento estratégico de la manufactura de autos eléctricos en la región norte de México, misma que estará no solo en la mira de los estadounidenses, sino de los europeos (BMW invirtió ya 800 millones de euros para tal fin en su nueva planta de San Luis Potosí) y, desde luego, de los asiáticos (incluyendo a los chinos). Más allá de los anuncios oficiales, de las sospechas por entre los pasillos del sector automotriz o de los mensajes vibrantes de inversiones por Nearshoring; todo apunta a México, como un eslabón clave para la fabricación de automóviles eléctricos en la región T-MEC. Por lo tanto, luego de la decisión de Tesla y, tal y como lo diría mi abuela, no hay peor sordo que el que no quiere escuchar.