México se encuentra en una encrucijada interesante, llena de desafíos y oportunidades para los próximos años. Con el próximo gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum, la política económica y empresarial podría tomar caminos que impacten significativamente el futuro del país.
En 2023, México mostró un crecimiento del PIB de 3.2%, impulsado por sectores clave como la construcción y los servicios financieros. Sin embargo, las proyecciones para 2024 indican un crecimiento más moderado, calculado en 2.2%. Este contexto de crecimiento económico nos lleva a considerar, de manera sencilla, dos posibles escenarios para el futuro próximo, dependiendo de cómo se gestionen las políticas públicas y el entorno empresarial.
Uno de los factores más importantes serán las acciones relacionadas con la atracción de inversión extranjera directa (IED). México tiene una oportunidad dorada con el fenómeno del nearshoring, donde las empresas globales buscan acercar sus operaciones a mercados estratégicos como el estadounidense.
Nuestra proximidad geográfica, junto con acuerdos comerciales favorables y costos competitivos, coloca a México como un destino natural para estas inversiones. Captar incluso una parte de la inversión que se está desplazando de Asia podría impulsar de manera significativa a la economía mexicana.
Sin embargo, si la administración del próximo sexenio no aborda temas críticos como la burocracia, la corrupción y la seguridad, podríamos ver una desaceleración en la inversión. Un entorno empresarial cargado de burocracia y un estado de derecho debilitado, con toda seguridad desalentaría a los inversionistas y frenaría el crecimiento de nuevas empresas. La incertidumbre política también podría afectar la confianza empresarial y limitar el desarrollo económico.
Generar certeza
A mí me gusta pensar en la posibilidad de que se implementan políticas que mejoren estas condiciones de mercado, lo cual haría que México experimentara un auge económico. Un entorno más favorable y estable para que la inversión extranjera aumentaría significativamente la IED.
Lo anterior no solo impulsaría el crecimiento económico, sino que también mejoraría la calidad de vida de los ciudadanos al generar empleos bien remunerados y desarrollaría infraestructura clave, como todo lo relacionado a conectividad (carreteras, vías férreas, puertos).
La mejora en infraestructura y servicios públicos tendría un impacto positivo en las operaciones empresariales, optimizando las cadenas de suministro y ofreciendo mejores soluciones a los clientes.
La reducción de la burocracia facilitaría la creación y expansión de empresas, abriendo la puerta a un entorno más dinámico y competitivo. Un estado de derecho sólido proporcionaría un entorno legal seguro, reduciendo los riesgos y costos legales para las empresas nacionales y extranjeras (sobre todo para aquellos foráneos que estén considerando México como destino de su capital).
Otro aspecto crucial para los próximos años será que se invierta en educación de alto nivel y formación técnica, pues prepararía el terreno para tener oferta adecuada de mano y mente de obra para el desarrollo de los proyectos entrantes. La inversión en el sector educativo es clave para impulsar el desarrollo de habilidades cruciales para el sector tecnológico, y asegurar así que México cuente con una fuerza laboral capacitada y competitiva.
La oportunidad desde afuera
México está en una posición única para aprovechar las oportunidades que se presenten en los próximos años. Actualmente, se posiciona como un destino estratégico para el capital extranjero, atrayendo la atención de inversionistas que buscan aprovechar su proximidad con Estados Unidos y su creciente mercado interno.
En el contexto de América Latina, según datos de Foley & Lardner LLP, México es el segundo mayor receptor de inversión extranjera directa (IED), captando el 17% del total regional, solo superado por Brasil, que lidera con un 41%. Otros países destacados en la región incluyen a Chile con el 9%, Colombia con el 8%, Argentina con el 7% y Perú con el 5%.
A nivel global, México se encuentra entre los destinos emergentes más atractivos para la IED, situándose junto a gigantes como China, India y Brasil. Según el índice de confianza en inversión extranjera directa de Kearney para 2024, China lidera la lista debido a su gran mercado y políticas de inversión favorables, seguida de los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
México, destacándose entre los países emergentes, se beneficia de su integración económica y acuerdos comerciales, consolidando su posición como un nodo crucial en la reconfiguración de las cadenas de suministro globales. Esta combinación de factores hace que México sea un destino atractivo para el capital extranjero, ofreciendo oportunidades significativas en sectores como tecnología, manufactura avanzada y energías renovables.
Si se logran mejorar las condiciones mencionadas, el país entraría en una era de crecimiento y desarrollo sostenido. Por eso, no ver las oportunidades, es prácticamente imposible. La clave es mantener un enfoque estratégico y adaptable.
Como empresarios o emprendedores, los mejor será estar preparados para capitalizar oportunidades y enfrentar los desafíos con determinación y pragmatismo. Sea uno u otro el escenario, seguro tendremos que estar listos para reaccionar.