Hace algunas semanas hizo ruido en algunos medios la noticia sobre la licitación ganada por la empresa de Elon Musk, Starlink, División de SpaceX, para proporcionar internet satelital en México. No es algo que debe pasar desapercibido, pues abrirá un nuevo capítulo en el campo de las comunicaciones al abrir la posibilidad de acceso a prácticamente cualquier persona, sin importar cuán remoto sea el lugar donde se encuentre.
En un país como México es inevitable pensar primero en las comunidades marginales establecidas en regiones de difícil acceso, como suelen ser las zonas altas de montaña. Pero existen otros grupos favorecidos por el despliegue de una red como la de Starlink, entre ellos podríamos pensar en agricultores, ingenieros de campo, aficionados del deporte extremo (pensemos en alpinistas o senderistas) o los ahora tan populares nómadas digitales.
Si bien, la cobertura celular es hoy por hoy prácticamente una institución en comunicaciones, la promesa del 5G podría tardar mucho para lograr el alcance necesario para incluir a los segmentos de mercado con requerimientos de acceso remoto, además de que el modelo de datos mediante tecnología celular no parece ser la mejor opción en términos de costo comparado con lo que pagamos por un servicio de WiFi tradicional, ya sea doméstico o empresarial.
Luego de la pandemia de 2020, el estilo de vida de muchas personas ha cambiado, y el trabajo a distancia como un modelo complementario en el ámbito laboral es completamente común. En muchas empresas los modelos híbridos se hicieron permanentes, por lo que no todo el personal tiene que asistir a la oficina para trabajar, o asiste solo una o dos veces por semana. Ello también sugiere la necesidad de un acceso a internet confiable, rápido y desde prácticamente cualquier lugar.
El nodo en el cielo
El internet satelital requiere enlaces desde un satélite directamente a un modem conectado en una pequeña antena parabólica, pero no usa realmente del cableado que necesita un modem común actual. Esto hace que la configuración sea un poco más sencilla. Basta con tener energía eléctrica, la cual puede obtenerse directamente de fuentes portátiles como una batería.
En el caso de un vehículo, la conexión se logra con una placa montada en el toldo, así que el enlace prácticamente va en movimiento sobre el automóvil (no puedo evitar pensar en esas nubes de tormenta que seguían a los personajes animados sobre sus cabezas).
Uno de los puntos en contra de esta tecnología, por ahora, es que es más lenta (40 Mbps) que los enlaces actuales, cuya base es la fibra óptica (que oscila entre 100 o 500 Mbps, y puede ser mayor si se requiere). Aunado a esto, por ahora el servicio es más costoso.
Pero precisamente, la apuesta de Starlink es cambiar estos inhibidores para ampliar su oportunidad en el mercado.
Elon Musk pensó diferente. Se le ocurrió que, en lugar de colgarse de la actual infraestructura satelital, podía diseñar su propia cobertura a partir de miles de diminutos satélites, uno tras otro en sus largas trayectorias. De hecho, hay quienes buscan verlos desfilar en el cielo con sus telescopios, como ornitólogos aficionados a estas aves electrónicas.
Esta red de miles de satélites de órbita baja es lo que permite mejorar la velocidad de transmisión. Se ha demostrado que Starlink puede proporcionar una velocidad de 100 Mbps, lo que la hace más adecuada para el uso cotidiano de interne. Otro aspecto que se mejora considerablemente con ello es la latencia, que en el caso de esta plataforma de alrededor de 45 ms, contra 500 ms de otras ofertas satelitales.
Si la propuesta de la empresa hermana de Tesla evoluciona como lo espera su creador, conectarse a internet será tan común en zonas urbanas, como en comunidades rurales. Más aún, será posible para cualquier nómada que lleve consigo una antena, sin importar en lo más mínimo el lugar en donde se encuentre, ya sea en un valle, en el desierto, en medio de la selva, a mitad del océano o en lo alto de una montaña.
En la vida rural los enlaces satelitales podrían significar un cambio radical y de alto impacto económico y social difícil de dimensionar aún, una transformación que tiene que ver con la interacción entre las mismas comunidades y el contacto permanente con el exterior; esto produciría nuevos negocios o economías, además de cambios en el comportamiento de la población al tener no solo mayor acceso a data, sino al incorporar nuevas maneras de entretenimiento. Hasta hoy, esto parece una utopía que podría ser difuminada si la propuesta de satélites de órbita baja logra madurar en el mercado.