El tema de la sostenibilidad es abarcado con mayor amplitud cada día. Recientemente he participado en foros centrados en este tema, el cual afortunadamente se mira desde una multiplicidad de ópticas. Algunas de ellas, podrían ser de sentido común, pero como bien dicen por ahí, suele ser el menos común de los sentidos.
Uno de ellos es el consumo. Como un jet en el aire, en nuestro andar por el planeta vamos dejando una estela invisible que es indicativo de nuestro impacto en el medio ambiente. Lo que comemos, con lo que nos vestimos, lo que empleamos para transportarnos y hasta la información que almacenamos en nuestros dispositivos. Todo lo que consumimos requiere de una u otra manera, de un proceso de transformación que tiene en mayor o menor medida un impacto en el medio ambiente. Y quién mejor que las instituciones bancarias para determinar, hoy en día, de qué es lo que estamos consumiendo.
No quiero invocar a la ansiedad, ni mucho menos provocarles paranoia, pero si lo vemos por el lado amable, los bancos podrían jugar un papel crucial en la promoción de la sostenibilidad.
Utilizando herramientas avanzadas de análisis, los bancos pueden ahora evaluar y calificar el consumo de sus clientes para estimar su huella de carbono individual. Y no estoy descubriendo el hilo negro.
El buen juez…
El primer paso es sin duda poner el ejemplo. En España, Bancos como Santander y BBVA han implementado medidas para reducir su propia huella de carbono, comprendiendo la importancia de una banca responsable en la transición verde. Estos esfuerzos incluyen el uso de energías renovables y la compensación de emisiones restantes a través de proyectos de reforestación y energía eólica, así como la eliminación de plásticos de un solo uso en sus oficinas.
Dentro de sus estrategias, BBVA ha integrado la sostenibilidad como una de sus prioridades estratégicas, enfocándose en la lucha contra el cambio climático y el crecimiento inclusivo. Parte de su estrategia incluye alinear su actividad con los objetivos del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Con un objetivo de financiación sostenible de 300,000 millones de euros para 2025, BBVA busca ser neutro en emisiones de carbono para 2050.
Vigilantes verdes
El caso de estas empresas financieras no es exclusivo. Afortunadamente los objetivos medioambientales inherentes a la cultura corporativa es un fenómeno cada vez más común. Pero la banca tiene además la oportunidad de extender esta vigilancia verde hacia sus usuarios.
¿Cómo? Los bancos podrían comenzar a evaluar y calificar el consumo de sus clientes basándose en su huella de carbono. A través de análisis de gastos y uso de herramientas de medición de carbono, los bancos pueden proporcionar a los clientes una visión clara de cómo sus hábitos de consumo impactan en el medio ambiente. En consecuencia, este comportamiento de consumo “en pro de cuidado ambiental” podría influir en las decisiones de crédito y financiamiento, lo que incentivaría (aunque un tanto de manera obligada) a que las personas observen con más cuidado como los productos o servicios que adquieren contribuyen a la lucha por preservar el equilibrio de nuestros ecosistemas.
Con un enfoque creciente en la sostenibilidad, los bancos están en una posición única para promover cambios significativos. Al evaluar y calificar el consumo basándose en la huella de carbono, no solo fomentan prácticas más sostenibles, sino que también educan a sus clientes sobre la importancia de reducir el impacto ambiental. El papel de los bancos en la era del cambio climático va más allá de las finanzas, asumiendo una responsabilidad social y ambiental esencial para el futuro del planeta.
Herramientas tecnológicas
Lo que comenzaremos a ver con mayor regularidad es que algunos bancos y aplicaciones de finanzas personales ofrecerán herramientas para que los usuarios analicen sus gastos y estimen su huella de carbono asociada. Estas herramientas están siendo diseñadas para categorizar los gastos de cada individuo (como viajes, alimentos, energía) y aplican coeficientes de emisión de carbono para cada categoría.
De hecho, ya existen aplicaciones diseñadas específicamente para calcular y reducir la huella de carbono personal. Estas apps pueden rastrear hábitos de consumo, ofrecer consejos para reducir el impacto ambiental a partir del cambio de dichos hábitos y hasta ofrecerían compensar la huella de carbono mediante la incorporación de una persona a proyectos de sostenibilidad.
Lo anterior tiene otro efecto interesante, y es que provocará que las empresas se comprometan a promocionar información sobre la sostenibilidad de sus productos, lo cual puede ayudarte a tomar decisiones de compra más conscientes. La incorporación de sellos de sostenibilidad o certificaciones ambientales en los productos será cada vez más común en el futuro cercano, hecho que abonará también a la educación global relacionada con nuestro impacto ambiental. Esto incluye entender cómo seleccionamos alimentos, transporte, uso de energía y consumo, así como la medida en que impactan en nuestra huella de carbono individual y global.
Así que, no nos asombremos de que los bancos integren la sostenibilidad en sus productos financieros, ofreciendo, por ejemplo, tarjetas de crédito que calculan la huella de carbono de nuestras compras, u ofreciendo préstamos con tasas de interés preferenciales para proyectos verdes.