El compromiso con el medio ambiente y con la generación y uso de energías limpias debe ser visto como un esquema de triple hélice, lo que significa que el trabajo conjunto de la Iniciativa Privada, la Academia y los Organismos Públicos es casi una condición obligada.
Es cada vez más común que las empresas, a partir de un proceso de concienciación, consideren recursos destinados a garantizar el cuidado ambiental mediante la implementación de programas robustos y cada vez mejor argumentados de sostenibilidad, la cual va más allá del medio ambiente para considerar tanto la viabilidad financiera como sus compromisos con la sociedad.
En estos programas se consideran aspectos como el uso cuidadoso de los recursos naturales, como el agua, el gas o la electricidad. La tecnología disponible, concretamente los sistemas de la información y de control e instrumentación, han permitido integrar crecientemente una gestión precisa y de eficiencia máxima.
Dichas tecnologías también han permitido mejorar notablemente el aprovechamiento de la materia prima, con prácticas de producción que ayudan a reducir desperdicios, a partir de lo cual no solo se mejora el rendimiento de la operación, sino además impacta en el medio ambiente.
Otro ingrediente clave para la sostenibilidad es el diseño e ingeniería desde donde ya se comienzan a concebir productos cuyos materiales y componentes no solo cumplan con su vida útil, sino que además, puedan ser reutilizados o reciclados a partir de conceptos de economía circular.
Con aspectos como los arriba citados, la industria privada ya ha entrado en un proceso consciente de sustentabilidad. Pero la intervención del Estado y la Academia son las otras piezas del rompecabezas.
México, Sociedad e Industria para lograr Ciudades Sostenibles
En México, desde el Laboratorio nacional de Políticas Públicas del CIDE, se están desarrollando criterios y evaluaciones para determinar el grado de sostenibilidad en el que se encuentran las regiones y estados del país. En el Índice de Ciudades Sostenibles, por ejemplo, se evalúa con una puntuación de 1 a 100 a las ciudades de las 32 entidades. Con este índice se establece el nivel de avance de las zonas metropolitanas con base en 92 indicadores ambientales, sociales y económicos.
Con base en este indicador, Guadalajara es la mejor calificada con 67.59 puntos, seguida de Hermosillo, con 64 puntos, y Culiacán, Aguascalientes y Querétaro con 63. Las tres peores ciudades identificadas en este índice son Poza Rica, Tecomán y Tapachula, con apenas 43 unidades.
Los 17 Objetivos de Sostenibilidad (ODS) identificados en el índice, permiten verificar los esfuerzos que se realizan en diferentes materias, desde la equidad económica, el desarrollo de acciones ambientales, y otros relacionados con la inclusión y la educación.
La vinculación que se hace con la sociedad y la industria es también uno de los indicadores, lo cual suma a los esfuerzos hechos por las empresas y permite alcanzar más fácil los esfuerzos trazados tanto por el sector público como el privado.
¿Y la Academia?
La Academia está haciendo lo propio desde su trinchera. Mediante el trabajo y retroalimentación permanente con Industria y Gobierno, se están generando diversas especialidades en pro de la sustentabilidad, y no todas tienen que ver con la ingeniería. Especialidades como la Arquitectura, Economía, Sistemas, Médicos y hasta de Negocios, comienzan a incluir materias enfocadas hacia la sustentabilidad en todo su espectro, ambiente, sociedad y financiera.
Ya está muy cerca el año 2030, plazo impuesto por la ONU establecido en 2015 para alcanzar el Desarrollo Sustentable a partir de los ODS. El grado de avance no es tal vez significativo aún, pero recordemos que es el inicio de un proceso de evangelización para los tres sectores contemplados en la Triple Hélice.
En realidad un plan de sostenibilidad debe ser visto como un proyecto de mejora continua cuyos plazos deberán fijarse para establecer metas y asegurar, en la medida de lo posible, su cumplimiento. Pero una vez vencido un plazo, deberán abrirse nuevos tiempos para el cumplimiento de planes y criterios renovados y mejorados.
La pregunta que debemos hacernos es ¿qué estamos haciendo nosotros para formar parte y aportar desde nuestro campo de especialidad a un megaproyecto de sostenibilidad?
Los criterios están establecidos y a partir de su reconocimiento como indicadores perfectibles, debemos impulsar el cuidado ambiental, económico y social. Existen múltiples planes y proyectos que se adaptan al plan de la ONU, la construcción de redes de acción que formen un tejido entre Empresa, Academia y Estado, es libre, y entre más participación, con mayor fortaleza se enfrentarán los retos de la sostenibilidad global.